Los primeros en dejar el pueblo fueron sus hijos, siguiendo a sus tíos. Esto causo dos sentimientos a en Dominga, felicidad y tristeza. La primera porque sabía que ellos iban en busca de mejorar su calidad de vida, pero al mismo tiempo triste, pues solo se quedaría ella y su esposo en el pueblo. Sus hijos al ver esta tristeza le dijeron que mejor fueran con ellos, y así lo decidieron. Aunque vivir de nuevo juntos le causo mucha alegría, no pudo dejar de sentir nostalgia por dejar su pueblo, su casa, sus animalitos, y todo lo que ella sentía como su hogar.
Al nuevo lugar se ha acostumbrado poco a poco, el clima le parece igual, pero el agua no tiene ese aroma dulce que ella recuerda de la de su pueblo. Su pueblo es seco, casi no hay frutas, pero en estos meses de verano puede encontrar duraznos, zapote blanco, aguacate.
Dominga recuerda que más o menos a la edad de 9-10 años comenzó a tejer, con lo que aprendió a tejer fue la Palma, porque la fibra de plástico llego entre los años 90 o 91, empezó a tejer porque su familia no tenía con que mantenerse económicamente. En el pueblo lo que más se tejía eran tenates grandes, y en este tiempo les pagaban aproximadamente $1.50 cada uno, lo cual era bastante, pues compraban con 5, 10 centavos muchas cosas.
Dominga recuerda que más o menos a la edad de 9-10 años comenzó a tejer, con lo que aprendió a tejer fue la Palma, porque la fibra de plástico llego entre los años 90 o 91, empezó a tejer porque su familia no tenía con que mantenerse económicamente. En el pueblo lo que más se tejía eran tenates grandes, y en este tiempo les pagaban aproximadamente $1.50 cada uno, lo cual era bastante, pues compraban con 5, 10 centavos muchas cosas.
Para sus 12-13 años comenzó a realizar tejidos con figuritas como flores, pajaritos y letras. Al principio su mamá le enseñaba, pero poco a poco, ella fue aprendiendo, con la ayuda de otras personas que sabían hacerlas, y al mismo tiempo ella experimentaba con popotes a realizar sus propias figuritas, como hasta ahora.